11.13.2015

RESCATANDO UN HÉROE DE LAS PROFUNDIDADES DEL OLVIDO

¿Dónde está Dios? En el corazón que pronuncia la pregunta. Son palabras de Julio C. Labaké. Esta ha sido la causa por la que he decidido compartir con vosotros la historia de un hombre excepcional, Shavarsh Karapetyan. Me ha parecido digna de admiración. No tiene desperdicio.
MARVEL nos ha malacostumbrado a pensar que los héroes van embutidos en trajes apretados o lucen una capa a su espalda para surcar los cielos, pero el héroe del que os hablo pasaba la mayor parte de su vida desnudo bajo el agua con unas incómodas aletas en sus pies como único equipo. Para mayor sorpresa, resulta que es real y no tiene cómic ni película que ensalce su vida. Hablo de un hombre de carne y hueso como todos nosotros, pero con un espíritu hecho a partir de un material altruista que últimamente escasea en la sociedad.

Shavarsh Karapetyan, armenio de origen y posiblemente celestial de destino, es considerado el mejor nadador con aletas de la historia. En su haber: 11 récords mundiales, 17 campeonatos mundiales, 13 europeos y 7 soviéticos. Esta modalidad deportiva, aunque no goza de la fama de otros deportes, os puedo decir por experiencia personal tras invertir 4 años de mi vida practicándola que es sumamente exigente. Requiere gran coordinación motora y capacidad pulmonar. Nadar veloz aguantando la respiración a la par que imitas a un ganso es complicado para cualquiera, pues con los atlantes se extinguieron las sirenas y a los humanos no nos dio por seguir a nuestros amigos los delfines mar adentro. 

Pero la hazaña de este hombre no se limita a su palmarés como deportista. A fin de cuentas, los records no son más que marcas a la espera de ser batidas por la evolución darwiniana, y las medallas objetos que brillan menos que las personas de cuyos cuellos penden… Los héroes de verdad aparecen detrás de los focos.

Un día Karapetyan acababa de correr 20 km alrededor del Lago Ereván cuando observó cómo un autobús caía a la presa después de que a su conductor le diera un infarto, quedando sus pasajeros atrapados a 10 metros de profundidad. Karapetyan no se lo pensó dos veces y fue en su ayuda. Como si de James Bond se tratase, atravesó las lunas del vehículo de una patada y rescató a 30 personas (20 de ellas sobrevivieron), buceando una y otra vez sin descanso… Tras esto, estuvo en coma 45 días presa de la fatiga por el sobreesfuerzo, los cortes del vidrio, la hipotermia fruto del agua congelada y la contaminación de las aguas negras. La misma determinación que le había impulsado a socorrer la vida de tantas almas fue la que salvó la suya propia. Las secuelas truncaron su carrera deportiva en el acto, pero sus actos glorificaron su figura para la eternidad.

La URSS no quiso dar a conocer semejante proeza hasta que años después se publicó un artículo titulado “La batalla submarina de un campeón”. La razón fue que los servicios de rescate el día del accidente fueron nefastos y el gobierno soviético prefirió ocultar los hechos avergonzado. Cuando la verdad salió a la luz, Karapetyan recibió la Orden de la Insignia de Honor y 60000 cartas de agradecimiento.

Once años más tarde de aquel suceso, en un alarde de ciudadanía ejemplar, repitió heroicidad pero esta vez se enfrentó al fuego en vez de al agua. El buzo se hizo bombero. Un centro comercial se incendió y salvó a varias personas atrapadas en su interior. El precio a pagar: graves quemaduras a lo largo de todo su cuerpo y un largo reposo en el hospital. Sorprendentemente, sobrevivió de nuevo. Sin ingresos tras la caída de la URSS, fundó una zapatería con un original nombre: “El segundo aliento”… Y todavía vive uno de los humanos más humanos del mundo. Quizá es el mismo Dios del que hablaba al principio quien se empeña en que así sea.

Estoy convencido de que son los buenos actos de un hombre con otros hombres los que hacen girar su destino por la rueda de la casual fortuna, la misma que conduce a la auténtica satisfacción personal al final del trayecto. Tener la valentía de dejar a un lado el egoísmo y recordar que somos seres supraindividuales… Quizá sea más propio de estúpidos bancos de peces que de éticas comunidades humanas. Son demasiadas las veces que las personas estamos demasiado ocupadas pensando en nosotras mismas. Pese a todo, yo aún confío en la raza humana. Siempre quedará alguna persona dispuesta a tirarse a la charca por otra que no conoce, a mojarse los pies por salvar un corazón ajeno. 

“Sabía que podía hacer pocas inmersiones. Mi mayor miedo era cometer un error. Estaba tan oscuro ahí abajo que no podía ver nada. En una de las inmersiones, agarré un asiento en vez de a un pasajero. Podía haber salvado a una persona más en su lugar. Ese asiento todavía me obsesiona y me quita el sueño“

Shavarsh Karapetyan


JACOBO FE GISMERA

9.25.2015

LA PERFECTA VIDA SOCIAL DEL HOMBRE IMPERFECTO

Seamos sinceros: Dios envidia al hombre. ¿Por qué? Porque Él puede estar en todos los sitios pero a nadie tiene a su lado; Él puede crear cuanto desee pero no a un semejante al que contarle su día a día. Se tiene a sí mismo y con nadie más comparte sus alegrías y penas, su jornada y ocio. La soledad, sea o no divina, no deja de ser eso mismo: carencia de compañía. Y pocas cosas en la vida son más tristes que ese sentimiento que arruina cualquier experiencia como lo hace el sabor de una almendra amarga a un exquisito bocado.

Sí, es posible que los hombres seamos imperfectos, algunos más y otros menos, pero somos muchos. Somos muy distintos los unos de los otros, pero por ese motivo nos tenemos los unos a los otros. Y eso nos hace divinos cuando convivimos, cuando trabajamos juntos, cuando nos queremos, hacemos el amor o ayudamos al prójimo. Las personas son como eslabones de una cadena que a medida que se entrelazan forman una mayor y más resistente. Esas uniones tan magníficas reciben muchos y muy diversos nombres: amor para los familiares, amistad entre amigos, apoyo mutuo entre compañeros, cooperación entre entidades, sinergia en el ámbito laboral… Pero todas ellas responden a un mismo principio: dos siempre es mejor que uno.

Y aquello precisamente convierte la imperfección en virtud, en perfección al fin y al cabo. Tanto los éxitos como los fracasos, los aciertos y errores, están hechos para compartirlos con la gente que te rodea y, especialmente, con aquellos que quieres que permanezcan junto a ti y den forma y sentido a tu existencia imperfecta. En ocasiones, la gente da dolor de cabeza pero la soledad mata del todo.

De aquello se dio cuenta en su lecho de muerte un endiosado y solitario Ciudadano Kane. Afortunadamente, a ti seguramente te queden unos cuantos años de vida así que “socialízate”: ama, quiere, ayuda, trabaja, folla… Pero, sobre todo, disfruta de la vida junto a quienes están a tu lado y no te refugies en exceso en ti mismo. Lo bueno sólo llega a serlo y lo malo sólo deja de serlo en compañía, aquello que nos impide ser únicos pero a cambio nos hace perfectos.

9.13.2015

UNA BOCANA DE FE EN UN UNO MISMO

Hablemos de algo que creo que todo el mundo debe tener pero nadie puede comprar, algo que ninguna empresa puede fabricar pero todos nosotros podemos generar por nosotros mismos… Se trata de un ingrediente espiritual que últimamente escasea en una sociedad cada vez más superficial. Hoy quiero hacer un llamamiento a la esperanza; esa chispa que prende debajo de nuestro pecho y nos empuja a seguir teniendo ganas de vivir y superarnos día a día. Aferrarse a ella, otorga un soplo de aire fresco en la bocana de cualquier premuerto.

No estoy aquí para enumerar mis últimos éxitos personales, sino para alentar la llama de la esperanza de las personas, para animaros a todos vosotros a que luchéis por lo que creéis. Hagamos juntos un ejercicio introductorio. Quiero que rellenes los dos siguientes espacios con sinceridad y recites esta sentencia en voz alta:

“Mi nombre es …………. y algún día seré ………….. Ese es mi sueño”. (Aquí se han suprimido las risas y desprecios de quienes no creen en ti. No te preocupes por ello pues no son más que un fiel reflejo de su mediocridad y el temor de que les superes).

Dicho así, lo que acabas de recitar quizá suene utópico e, incluso, arrogante; pero no importa porque ya has dado el primer paso a conseguir todo lo que te propongas. ¿Sabes por qué? Porque los pensamientos conducen a sentimientos, los sentimientos a acciones y las acciones a resultados. Creer en uno mismo es lo que precede a convertir en actos tus palabras pues sólo se es lo que antes se creyó ser.

Quiero empezar por un punto: ¿Qué sentido tiene ser realista en la vida si el mundo está lleno de sucesos increíbles, de momentos que nadie creyó que tendrían lugar hasta que, efectivamente, ocurrieron? Dijo Confucio, y luego Will Smith tomó el testigo: “tanto si crees que puedes como sino, estás en lo cierto”. No creo que haya mayor verdad. Con esa lección, puede uno morirse sabiendo todo lo que necesitaba saber para ser feliz, el fin último que persigue toda persona a lo largo de su vida.

Los exámenes de acceso a la universidad seguramente queden muy lejos para la mayoría de personas, y aún más la filosofía tan odiada por muchos; pero quería traer de nuevo a la palestra la figura del Demiurgo, aquel semidios que inventó Platón. El demiurgo tenía dos ánforas. Una contenía masa caótica y la otra las ideas. Usando ambas daba forma al mundo como un alfarero inspirado crea figuras a partir del barro. Así es como funcionan precisamente los sueños. Hay que darlos forma con esfuerzo, ilusión y perseverancia hasta conseguir que se hagan tangibles como el dinero. Sólo cuando llegue ese momento el resto del mundo les dará un valor pero hasta entonces tú debes ser su mayor inversor, y creer en ti mismo. La fe en uno mismo, aunque alimenta el espíritu débil, sino está untada con hechos, no da sabor a ninguna tostada. No lo olvides.

Muchas veces se hace difícil el camino que elegimos seguir: a veces nos vemos frenados por circunstancias ajenas a nosotros, otras somos nosotros los que fallamos o  aquella persona que pensábamos que nos ofrecería su apoyo cuando lo necesitáramos nos abandona. Finalmente, nos vemos desbordados por las adversidades como un río sin cauce. La depresión entonces parece ser el mar en el que desembocan nuestras penurias… El fracaso es duro y duele tanto que puede conducirte a la muerte, pero es el único camino hacia el éxito. Cuando fracases mil veces en la consecución de tus metas, no pienses que estás equivocándote mil veces; sino que estás averiguando mil maneras de cómo no tener éxito. Aprende. Ya te queda menos para descubrir la fórmula. Si no desistes, algún día podrás gritar orgulloso: ¡Soy el fracasado más exitoso del mundo!

Las oportunidades están por todas partes y hay que aferrarse a ellas, pero hay que reconocer que es difícil verlas sin importar la agudeza visual de la que dispongas. A veces no son más que casualidades discretas envueltas en papel de azar. Una oportunidad es como una trenza de espiga en el cabello de una mujer: dos mechones de pelo que se entrecruzan en singular armonía. Uno es una gran idea y otro el momento adecuado para ejecutarla. Así que no desistas y espera el momento para explotar tus virtudes a la par que las perfeccionas. ¿Ya tienes tu idea o sueño? Pues espera el momento óptimo para ejecutarlo.

En realidad, si siempre consiguiéramos lo que nos proponemos a la primera, la vida sería un sinsentido. No existiría la superación, tampoco la felicidad me temo. Una vez aprendemos a caminar, el destino se encarga de colocar obstáculos en nuestro camino pero debemos entender que no lo hace para que tropecemos; sino para que aprendamos a saltarlos, con el fin de que al llegar a la meta echemos la vista atrás y lloremos de alegría al sentirnos orgullosos de nosotros mismos, de lo que hemos logrado.

Siendo sincero, la mayoría de las personas no consiguen ni siquiera saltar la primera valla pero gracias a ello una minoría alcanza sus sueños. El éxito es el bien más escaso del mundo y sólo da de beber a los sedientos, a quienes han corrido tras él hasta darle caza. El éxito es un camino sin asfaltar sobre el que caminan suelan desgastadas. Se pueden compartir sus frutos pero no su sabor. Es una travesía que tienes que hacer tú solo, aferrado a la voluntad y el deseo de ser feliz. Nadie va a caminar por ti. Te vas a caer, vas a llorar, vas a probar el amargo sabor del barro y la derrota… pero no importa porque si confías en tus sueños te saldrán alas aunque no las veas por estar en tu espalda. Cuando madures como una mariposa, podrás emprender el vuelo y rozarás las nubes con la yema de tus dedos. Nadie más te llamará capullo pero tú no olvides que antes de ser mariposa fuiste una débil larva.

Yo no creo poder ser un ejemplo aún de persona exitosa, pero sí de mentalidad ganadora. Quiero que el mundo sea un lugar mejor por el mero hecho de que yo nací en él y trato de hacer el bien por el placer de hacer el bien. Entreno mi cuerpo y mi mente hasta la extenuación. Si me caigo, no tardo mucho en levantarme como el fénix, pues de mis lágrimas nace mi sonrisa. Así de iluso y de feliz soy. Irónicamente, creo que si proteges tus sueños, te mantendrás despierto por más tiempo, vivo en definitiva. Tengo pocos hábitos pues creo que la improvisación tiene un encanto especial pero uno de ellos es el de sonreír a diario al espejo nada más levantarme y recitar el ejercicio que he incluido al inicio de este texto. Cada vez estoy más cerca de mi sueño. ¿Te animas a hacer probar mi método?

Dios no elige quién logra sus sueños y quién no. Si no pierdes la esperanza, llegarás lejos. ¿Hasta dónde? Hasta donde te empuje la voluntad y te frene el tiempo. No te pido que me creas, sólo que lo pruebes por ti mismo desde ahora. A fin de cuentas, mañana todos nosotros estaremos un poco más muertos de manera inevitable, pero también un poco más cerca de nuestros sueños si la esperanza brota en nosotros.